domingo, 15 de mayo de 2011

CLARENDON


Con la Revolución Industrial, hubo grandes cambios en la tipografía. Durante más de tres siglos, la tipografía y la impresión habían estado muy ligadas a la publicación de libros y a su refinada estética. En los primeros años de 1800, la industria de la impresión se lanzó en una nueva dirección. Los nuevos medios de comunicación impresos (periódico, revistas y todo tipo de publicidad) empezaron a emerger como una fuerza dominante, exigiendo un nuevo estilo tipográfico compatible con la producción masiva y con los gustos de los consumidores. El periodismo impreso necesitaba tipografías que fueran tanto legibles como llamativas. Las Slab Serifs, también conocidas como tipografías egipcias, rápidamente se convirtieron en las más usadas.


Una forma más evolucionada de las egipcias era la Claredon, diseñada por Robert Besley para la fundición London's Fann Foundry en 1845. Su objetivo era crear un compañero llamativo en negrita para las tipografías de texto para la impresión comercial. Este diseño, cuyo nombre es en honor de The Clarendon Press de Oford, tenía la fuerte presencia de la tipografía egipcia, pero era más refinada, con más contraste entre los trazos gruesos y los finos, y su rasgo distintivo eran los remates acartelados. Su éxito inmediato incitó a varias fundiciones a lanzar sus propias variantes, y toda una subclasificación de las Slab Serifs recibieron el nombre de esta tipografía.




La Popularidad de la Clarendon continuó y Edouard Hoffman y Hermann Eidenbenz de Hass la revitalizaron en 1953. Desde entonces han aparecido una gran variedad de estilos y grosores adicionales, que hacen que este diseño sea adecuado tanto para aplicaciones de texto como de rotulación.

Bauhaus tipografía


La Bauhaus reflejaba una estética funcional donde las líneas rectas y la geometría más estricta hallaban su lugar.

En la arquitectura se caracterizó por la ausencia de ornamentación en los diseños, incluso en las fachadas, así como por la armonía entre la función y los medios artísticos y técnicos de elaboración. En 1925 el estilo se tornó aún más funcional e hizo mayor hincapié en la expresión de la belleza y conveniencia de los materiales básicos sin ningún tipo de adorno.

La producción de libros fue más bien monótona, ya
que no se hicieron diseños al respecto. En cambio, en el diseño de carteles, periódicos, y otros impresos ocasionales, se genera un gran avance a partir de la experimentación.

La tipografía de la Bauhaus se impuso una nueva apariencia a partir de las de la exposiciones de la escuela. Esta se basaba en los grabados de De Stijl y el constructivismo ruso, estos anunciaban la reivindicación de la modernidad. Negro, blanco y rojo eran los colores principales. Lo que era significativo para el contenido se destacaba o se subrayaba. La página impresa ya no era simétrica, sino compuesta en equilibrio asimétrico; bloques, bandas y líneas eran ineludibles. Moholy-Nagy, un gran conocedor de la vanguardia constructivista, fue quien la introdujo en la Bauhaus, dando el impulso decisivo a la nueva tipografía.